Tag Archives: tomás lópez

EL ATAQUE NACIONALISTA A LA FORTALEZA

Prefacio del libro El ataque nacionalista a la fortaleza

Este trabajo esté dividido en tres partes precedidas de un breve trasfondo y seguidas de un apéndice. En la Primera Parte presento dos de los interrogatorios a los cuales fue sometido Gregorio (“Goyito”) Hernández Rivera mientras convalecía en el Hospital Municipal de San Juan tras recibir unos 26 impactos de balas en su enfrentamiento con las fuerzas de seguridad que custodiaban La Fortaleza. De los cinco comandos Nacionalistas que entraron en los predios de la mansión ejecutiva, “Goyito” fue el único que sobrevivió.[1]

El contenido de los dos interrogatorios ha sido reproducido tal cual aparece en las fuentes originales, que son fotocopias de copias al carbón bajo la custodia del Archivo Nacional de Puerto Rico (todavía mal llamado Archivo General). En esta ocasión, no obstante, he ajustado la ortografía de entonces a las normas de hoy en lo concerniente a la acentuación de los monosílabos, pero sin corregir algunas expresiones y usos que, aunque erróneos antes y hoy, le transmiten al lector rasgos relevantes de quien los usa.

La Segunda Parte es una versión abreviada de la transcripción de una entrevista grabada que sostuvo con “Goyito” el licenciado José Enrique Ayoroa Santaliz el 15 de septiembre de 1984, casi 34 años después de los hechos. Las mismas constituyen su mejor recuerdo de los verdaderos hechos.

Ayoroa Santaliz comenzó a conocer desde niño el quehacer patriótico del Partido Nacionalista-Movimiento Libertador, gracias a su tío Enrique Ayoroa Abreu, otro de los Nacionalistas encarcelados por su ideología independentista. Hoy día, Ayoroa Santaliz es un ferviente estudioso de Ia vida de don Pedro Albizu Campos y del Nacionalismo puertorriqueño así como de otros aspectos de la historia de Puerto Rico.

La Tercera Parte alude a los testimonios de Gregorio Hernández y del periodista Carlos Nieves Rivera en relación con la muerte de Domingo Hiraldo Resto y a la razón por la cual este autor concluye que su muerte fue un vil asesinato.

El apéndice tiene el propósito de proveer algunos indicios del contexto histórico según lo reflejan informaciones de los diarios El Mundo y El Imparcial de octubre de 1950.

En la medida posible he incluido notas al calce con el propósito de clarificar o ampliar el contenido de los testimonios. He utilizado para ello información obtenida de Nacionalistas y de personas que estuvieron íntimamente relacionadas con “Goyito”, documentos del gobierno colonial de Puerto Rico, una entrevista que sostuvo con “Goyito” la periodista, historiadora y educadora Miñi Seijo Bruno en el año de 1976 para el semanario Claridad, mi propia entrevista con Jesús Pomales en su residencia en Juncos el 5 de julio de 1999 y el Álbum histórico de Ponce de Luis Fortuño Janeiro.

Sin la entrevista que Ayoroa Santaliz realizó en el año de 1984 “para el futuro”y que patrióticamente me autorizó a divulgar, habrían sido muchas las interrogantes que jamás habríamos podido contestar en torno al histórico ataque Nacionalista a La Fortaleza, pues en la misma “Goyito” dio información que retuvo en Ia de Seijo Bruno o cuya divulgación no autorizó entonces. Esto no significa, sin embargo, que todas las posibles interrogantes ya quedan contestadas. Existen dudas, por ejemplo, en torno a si el ataque lo ordenó Albizu come presidente del partido, o Tomás López de Victoria como comandante supremo del ejército libertador o Raimundo Díaz Pacheco como comandante de la zona metropolitana de San Juan. No se sabe, además, si Díaz Pacheco, líder del grupo, tenía la opción de desistir del ataque si las condiciones no eran las apropiadas, como de hecho resultó ser. Verá usted que Díaz Pacheco, según el relato de Hernández Rivera, sí alteró el plan a última hora al percatarse de que las condiciones no eran propicias. Han surgido dudas, además, en torno a si Díaz Pacheco les ordenó a un grupo de Nacionalistas ubicarse en el sector de La Marina con el fin de constituir un grupo de apoyo para el ataque a La Fortaleza y si luego les ordenó desbandarse y regresar a sus hogares o si su misión era solamente la de atacar el edificio federal.

Lamentablemente, las fuentes documentales originadas en Ia división de espionaje político de la Policía de Puerto Rico sólo tienen Ia utilidad de servirle de guía al investigador que no peca de incauto, por lo que sus datos definitivamente requieren minuciosa corroboración de fuentes informadas y confiables. Esto, por supuesto, no resulta fácil. La dificultad reside principalmente en el hecho de que los Nacionalistas, por razón de una estricta disciplina y por lealtad hacia sus compañeros y compañeras, son muy renuentes a expresar lo que pudiera resultar en una versión distinta de la que ha sido históricamente establecida como Ia verdad de los hechos o que revele lo que sus camaradas han mantenido en confidencia. Tómese como ejemplo el hecho de que, cuando Seijo Bruno le preguntó a Gregorio Hernández durante la mencionada entrevista de junio de 1976 si recordaba a algunos de los Nacionalistas que acudieron a la casa de Raimundo Díaz Pacheco en la madrugada del 30 de octubre de 1950, su respuesta sin explicaciones fue “Esa parte vamos a dejarla.”[2] Durante la entrevista con Ayoroa Santaliz en septiembre de 1984, reproducida aquí, Gregorio solamente mencionó a Jesús Pomales como uno de los que fueron ese día a la casa de Raimundo –si bien es cierto que Ayoroa no le preguntó quiénes habían ido.

El proceso de investigación no se facilita por el hecho de que algún testigo opte, en aras de la historia, por dar una versión distinta de Ia establecida, pues podrá surgir quien la rechace o la ponga en duda aun a sabiendas de que es la correcta. Aunque útil, la historia oral tiene siempre la enorme desventaja de depender de la memoria de quienes la cuentan y los hechos pertinentes al Nacionalismo puertorriqueño datan ya de varias décadas.

Finalmente, he optado por agregar una tercera parte con el propósito primordial de llevar ante la atención de las nuevas generaciones las circunstancias en las que un agente policial, le dio muerte al patriota Domingo Hiraldo cuando ya éste se encontraba herido y fuera de combate. Esto es un hecho que el periodista Carlos Nieves Rivera y el detective Carmelo Dávila presenciaron desde la azotea de La Fortaleza y que, además, Gregorio Hernández lo mencionó durante su testimonio ante el fiscal Guillermo A. Gil Rivera. Sin embargo, todo parece indicar que este hecho nunca fue investigado.

[1]. En su Historia militar de Puerto Rico, publicada por el Instituto de Cultura de P. R., Héctor Andrés Negroni afirma erróneamente que en el ataque a La Fortaleza murieron “todos” los Nacionalistas que participaron (pág. 455). Véase: P. Aponte Vázquez, “El nacionalismo en nuestra historia militar”, Claridad, 23-29 abril 1993.

[2]. Miñi Seijo Bruno, La insurrección Nacionalista en Puerto Rico, 1950. Río Piedras: Editorial Edil, 1989, pág. 162.