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¿LA META YANQUI? DESPOBLAR A PUERTO RICO

El placentero sueño de algunos de que el Gobierno yanqui está empujándonos hacia la independencia no es más que un sueño y ya nos dijo el poeta español que “los sueños, sueños son”. Sí parece altamente razonable conjeturar, partiendo de los conocimientos que hemos acumulado sobre el proceder yanqui tras más de un siglo de coloniaje, que ha estado urdiendo un plan para provocar que prácticamente desalojemos el archipiélago. Para ello ha creado condiciones económicas, sociales y ambientales que promueven y aceleran el abandono voluntario del país, estimulan la reducción de la natalidad y aumentan la mortalidad.

El aedes aegypti ha venido a ser, directa e indirectamente, un fuerte aliado del gobierno yanqui para lograr su meta final de despoblar a Puerto Rico. A ese aliado lo superan solamente la aparentemente innata corrupción de numerosos líderes políticos y nuestro consabido terror a la libertad, el cual se esmeró en inculcarnos durante un siglo el terrorista invasor. Solamente deberá residir aquí la dócil peonada escolarizada para la obediencia ciega que se ocupe de hacer todo aquello que al yanqui le incomode o le repugne hacer.

Alguien podrá razonablemente preguntar: ¿Por qué querría el Gobierno yanqui despoblar a Puerto Rico? Es que el surgimiento al sur de nosotros de regímenes opuestos a los intereses económicos de la clase dominante yanqui y la prevista escasez de agua a nivel mundial, hacen imprescindible utilizar al archipiélago de Puerto Rico como sólida base de agresión militar. Su presencia aquí le permitirá, por una parte, lanzar invasiones a la América del Sur, controlar a los dictadores títeres que imponga o que ya ha impuesto así como ejercer dominio del continente en general y de toda su región amazónica en particular. Para lograr esos fines será imprescindible militarizar nuestro territorio nacional, como ha ido haciendo en las repúblicas hermanas nuestras donde gobiernan títeres suyos.

El Invasor yanqui sabe que nunca más volverá a enfrentar siquiera propaganda armada de parte nuestra pero, como contrario a nosotros, él aprende de la Historia, quiere asegurarse de que tampoco habrá probabilidad alguna de masivos actos de desobediencia civil como los que obligaron a su Marina de guerra a abandonar las islas de Culebra y Vieques.

Además, a la clase dominante yanqui le conviene tener un archipiélago con las características geográficas del nuestro por otras razones de peso, como lo son desarrollar un modificado Plan 2020 que mantendrá la explotación minera, pero omitirá lo tocante al aumento poblacional y agregará su utilización como enorme laboratorio para la experimentación científica, su explotación agrícola para el sustento de sus tropas, la explotación de sus bosques y hasta meramente disfrutar de su clima y sus encantos naturales.

En fin, la clase dominante yanqui, esa misma que explota y atropella día a día a su propio Pueblo, podría de paso “saborear la dulce venganza” por el magno bochorno que le hicimos pasar ante el mundo cuando los obligamos a desalojar ellos nuestra “Isla Nena”. Ahora se propone devolvernos el golpe con el apoyo de los serviles colonizados de siempre y bajo la nada disimulada dictadura de la llamada Junta de Control Fiscal de su ley PROMESA. Desalojarnos de nuestra patria es su promesa.

Sobre los inescrupulosos científicos yanquis

El periódico digital Los Andes alude (18 junio 2014) a la “fuerte polémica” surgida en Ecuador “en torno a extracciones de sangre ilegales realizadas por inescrupulosos científicos estadounidenses en una de las tribus amazónicas. Específicamente, funcionarios del gobierno ecuatoriano “acusan a tres entidades de Estados Unidos de haber actuado con fines comerciales al sacarle sangre a miembros de la comunidad huaorani, de la Amazonia ecuatoriana” [http://www.losandes.com.ar/article/crece-la-polemica-en-ecuador-por-la-extraccion-compulsiva-de-sangre-a-indigenas-por-parte-de-eeuu] (énfasis en la fuente original).

Denunció el secretario de Educación Superior y Ciencia de Ecuador, René Ramírez, que científicos estadounidenses extrajeron alrededor de 3.500 muestras de sangre en su país hace más de dos décadas entre centenares de miembros de la etnia huaorani, la que, según dijo, se distingue por poseer "características (genéticas) únicas a nivel mundial".

Las prácticas abusivas, fraudulentas e ilegales por parte de la comunidad científica estadounidense no son extrañas y datan de varias décadas atrás. Algo similar a lo de Ecuador ─sin mencionar los experimentos y el asesinato de pacientes─ hicieron médicos estadounidenses en Puerto Rico en 1931 con el beneplácito y la cooperación directa de al menos –que se sepa─  un médico nativo, el doctor Eduardo Garrido Morales, en cuyo honor lleva su nombre un hospital regional en esta colonia yanqui.

En el año de 1931, el doctor estadounidense Simon Flexner, director del Instituto Rockefeller para Investigación Médica, consultó por carta desde Nueva York al doctor Cornelius P. Rhoads acerca de la posibilidad de obtener suero sanguíneo de niños entre las edades de 5 a 10 años y adultos de entre 20 y 30 años, tanto de zona rural como urbana. Flexner quería el suero sanguíneo para un experimento suyo, relacionado con “una severa  epidemia de poliomielitis" que había surgido en Brooklyn, Nueva York.[1] Rhoads le respondió que él podía arreglar eso “muy fácilmente”  toda vez que ya se le había enviado de Puerto Rico a otro médico,  W. A. Sawyer, "una gran cantidad de suero de Puerto Rico con el cual hacer pruebas de neutralización con el virus de la fiebre amarilla”.[2] Agregó el doctor Rhoads que algunas de esas muestras podrían ser utilizadas con el propósito que Flexner tenía en mente, toda vez que "siempre se envía un considerable exceso de suero”, pero que, de todos modos, él se ocuparía de “obtener personalmente” las muestras adicionales que hicieran falta[3].

El doctor Cornelius P. Rhoads fue el autor de una carta para un médico amigo suyo en la cual se jactaba de haber matado a ocho pacientes y haberles trasplantado el cáncer a varios más mientras hacía experimentos en San Juan de Puerto Rico durante la segunda mitad del año de 1931. Los asesinatos quedaron impunes.

Vea más datos pertinentes en Pedro Aponte-Vázquez, The Unsolved Case of Dr. Cornelius P. Rhoads: An Indictment, www.lulu.com/spotlight/albizu y en <www.pedroapontevazquez.com>.


[1]. Letter from Dr. Simon Flexner to Dr. Rhoads, August 5, 1931. "Cornelius Rhoads Folder", The Simon Flexner Papers, American Philosophical Society, henceforth, APS.

[2].Letter from Rhoads to Flexner, August 24, 1931, APS.

[3]. Ibid.