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El monstruo de la ciudad
El monstruo bicéfalo se acerca, alborotoso, cual sin control y –como
quien no quiere la cosa– reduce el ritmo y se detiene; abre indiferente
sus mil y una bocas, decoradas unas, anchas todas, para absorber igual
número de bocados humanos mientras se le escapan otros huyendo
desesperados: casi triturados– y, cerrando fuertemente sus dos mil y dos
mandíbulas, arranca tímido y se arrastra con mirada firme en busca de
bocados por los intestinos oscuros de la achacosa ciudad.
Pedro Aponte Vázquez
Nueva York
10 noviembre 78
Ha cambiado mucho Ecuador desde 1998
Mensaje al AIM sobre Ecuador, 1997
La misión del nuevo Papa
Ante el avance del socialismo en la América Latina, los poderes que son le dijeron a Benedicto que renunciara porque urgía escoger a un suramericano para tratar de contener la ola de cambios, en especial cuando Chávez se ha multiplicado y está en dondequiera que reina la explotación capitalista. Contrarrestar el socialismo en la América Latina es la urgente misión del nuevo Papa.
El aguador y el tinajero
(Homenaje a los últimos dos aguadores de Gurabo,don Pepito Díaz y don Marcial Laureano)
Por Esperanza Vázquez Dávila
La historia de Gurabo no se podría escribir jamás sin mencionar a don Pepito y a don Marcial, quien lo sustituyó cuando se retiró de su trabajo de aguador. Eran ellos dos gurabeños madrugadores que al oír el alboroto que formaban los gallos en la madrugada con su co-co-ro-có se levantaban a toda prisa para empezar las labores del día tal y como se lo imponían sus obligaciones de buenos ciudadanos.
Era la misión de mis personajes históricos suministrar el agua para el consumo diario cuando todavía no había acueducto en mi pueblo. Para esto se valían ellos de una carreta y dos bueyes que eran sus fieles ayudantes y varios barriles tapados con mantas.
Llegaban al río, que ya también esperaba a sus visitantes, y llenaban los barriles de agua. Al regreso ―y los recuerdo cuando subían por mi calle, Aurora, hoy Matías González García―, la muchachería esperaba con sus latas en las manos y los dos “chavos” para pagar por el preciado líquido que ellos nos echaban en las latas. ¡Qué buena era aquella vida!
Los aguadores seguían caminando por todo el pueblo. En esta forma se ganaban el sustento diario y a la vez resolvían un problema de la comunidad. Ellos también disfrutaban de su trabajo cuando la muchachería les gritaba “¡Adiós, hasta mañana, don Pepito, adiós, don Marcial!”
Esta agua se usaba en la mayoría de los hogares tal y como venía del río, pero como siempre sucede, los de mejor situación económica tenían la ventaja de contar con el tinajero. Un día hablando con unos estudiantes me dijeron que ellos no sabían qué era un tinajero. En mi casa no había tinajero, pero desde pequeña sabía lo que era, ya que varias amigas mías lo usaban, como las inolvidables familias Salas.
Les expliqué que el tinajero era un armario de madera. Arriba se ponía la piedra de filtrar, abajo una tinaja donde caía el agua filtrada y una jataca para sacar el agua. Se ponía en la galería cerca del jardín y el agua amanecía fresca.
Pasado el tiempo, mi hijo mayor me invitó a ver una casa que compró en el campo. El sitio me encantó, pues había flores, helechos, pinos, trinitarias florecidas, todas las flores bellas que se dan en esta tierra bendita por Dios. Al llegar a la terraza, en una esquina vi algo que me atrajo como un imán. Avancé hasta allí y me emocioné y le dije “¡Otro tinajero, como los que se llenaban en Gurabo con las aguas del río que cargaban don Pepito y don Marcial!”
La admiración por aquel tinajero fue tanta que mi hijo me dijo “Con razón un compañero que lo vio me dijo ‘Oye, si te roban ese aparato no lo busques en otro sitio que no sea en mi casa’”.
Unos días después, mi hijo me regaló un cuadro del tinajero que hoy adorna una pared en el comedor de mi casa. Es una foto en colores que tiene de fondo la espesura verde del campo de entre la cual brota una bella flor rosada ―muy apropiada, pensé, para la portada de una revista.#
HABLA ALBIZU SOBRE PONCE
Fragmento de Las memorias que don Pedro no escribió <http://www.lulu.com/spotlight/albizu>:
Añoro a Ponce. Sueño con Ponce; con las calles de Ponce; con los campos de Ponce; con los ríos de Ponce. En la historia política de Puerto Rico bajo la égida de la madre patria, Ponce representó todos los valores nacionales. Ponce tenía dedicado todo su esfuerzo colectivo a la conservación de lo más preciado de los pueblos hispánicos, de sus ideales de cultura, de sus anhelos de independencia.
Los ricos de Ponce en la época de España eran los protectores de la libertad y no concebían a una patria que no fuese una patria libre, soberana e independiente. Ponce era entonces el gran emporio de riqueza nacional porque está situado sobre un tesoro, sobre el suelo más rico de Puerto Rico, que es decir mucho.
Debemos recordar que la Providencia no nos dio bienes materiales para agarrarnos sobre ellos como perros de presa disputándose un trozo de carne, si no que los bienes materiales nos llegan para dividirlos con nuestros hermanos más necesitados en la medida que lo permitan nuestros recursos, con sabia equidad, para levantarlos al plano superior de la vida. Por eso Ponce, bajo la égida de la madre patria, no conoció la indigencia. Los pobres de Ponce en la época de España eran los que tenían dos o tres cuerdas de terreno. Entonces se distinguía entre la indigencia y la pobreza. Los pobres eran los que podían cubrir todas sus necesidades sin lujo, pero que cubrían todas sus necesidades, incluyendo las necesidades de la cultura y las necesidades del espíritu. Los indigentes no existían, porque Ponce era entonces un emporio de riquezas y de grandeza. Por eso todos los perseguidos de la patria venían a refugiarse en Ponce. De ahí nace Ia historia de Evaristo Izcoa Díaz, la historia de don Román Baldorioty de Castro y la historia de todos los perseguidos que hicieron de Ponce tierra de hospitalidad para ellos.
Todo eso ha cambiado. En Ponce fue donde el invasor norteamericano concentró a sus administradores más hábiles para destrozar el alma hispánica de nuestra nacionalidad. En cincuenta y ocho años de intervención militar norteamericana se ha creado una nueva burguesía, una nueva clase adinerada forjada en el molde de las franjas y las estrellas. Ahora, en lugar de ser el centro de irradiación del espíritu patriótico de Puerto Rico, de virilidad, de heroísmo y de sacrificio, desgraciadamente están surgiendo en Ponce los mandatarios del despotismo en Puerto Rico.
Cuando llegué a Ponce después de nueve años de estudios universitarios, creí que encontraría aquí una juventud llena de anhelos superiores, capaz de desafiar, no sólo al imperio norteamericano, sino desafiar a todos los despotismos de la tierra. Por el contrario, me encontré con una parálisis colectiva; me encontré con que todos los barrios de Ponce habían desaparecido y que toda su población rural habíase arrojado sobre la gran margen del río Portugués, en el este, o sobre Canas en el Oeste, o Los Pámpanos del Oeste. Y al contemplar a Ponce desde las alturas del Vigía, que era donde se elevaba la cruceta, donde se anunciaban los barcos de todas las naciones que canjeaban sus frutos con el producto de nuestra tierra y nuestro intelecto, se veía alrededor de la ciudad lo que llamé el Gran Marco, el Gran Cinturón de la Miseria.
En el corazón de mi pobre Ponce hay una miseria más profunda; es la gran miseria de los que, teniendo el dinero en la mano; teniendo los recursos; teniendo los recursos materiales, los concebían solamente como medio para acumular más recursos materiales, aunque con ello se aplastara a Ia propia familia, a la propia sociedad y a la patria que los vio nacer.
Será necesario que la ciudad que sirvió de ánfora a la patria en todas sus luchas pretéritas sea la ciudad que simbolice el renacimiento patrio frente a los avances de un despotismo demoledor, porque el despotismo de Estados Unidos no se limita al despojo económico; no se limita a Ia privación de todos los derechos personales o de propiedad; no se limita al atentado; no se limita a destruir una cultura, sino que va enderezada a atacar en lo más íntimo, en el alma rnisma, a destruir todo lo que significa la nacionalidad.
Tenemos que en Ponce es donde el enemigo sembró toda su corrupción. Yo puedo decirlo con autoridad porque me levanté y me crié en Ponce y no falto a la verdad. Allí hay que hacer la lucha de la depuración. Por eso es allí, sépase bien, donde quiero que descansen mis restos.
Además de la libertad de mi patria, ese es mi sueño y en los sueños, en la sombra, en la creación, está la escala de la eternidad, pues Dios lo hizo todo de la nada, es decir, de la sombra; de ella sacó también la luz para comprensión humana del secreto creador, pero el mejor entendimiento místico no es posible sin que la luz misma apague la retina y restituya el imperio de la sombra.
Sobre Arturo Barea y la guerra civil española
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/barea.htm
Carta de Jorge Farinacci García desde la prisión en EE. UU.
“Los condenados”
El caso del médico asesino Cornelius P. Rhoads (1931) es presentado una vez más ante la opinión pública, si bien indirecta y sutilmente, a través del recién estrenado largometraje de creación boricua "Los condenados", con René Monclova, Cristina Rodlo, Áxel Anderson, Dolores Pedro, Rocky Venegas, Luz Odilea Font y Marisé Álvarez.
En esta obra cinematográfica que dirigió Roberto Busó García –y que se supone sea de suspenso– están presentes, digamos a modo de pinceladas, tanto personajes intangibles como concretos de aquel nefasto episodio de nuestra historia que ha tenido lugar en muchos otros países.
El espectador saldrá de la sala preguntándose quiénes son "los condenados": ¿El doctor Rhoads en el personaje del médico gringo de apellido Putnam y la Fundación Rockefeller, sugerida en la Fundación que lleva su nombre? ¿El pueblo de Puerto Rico como el pueblecito de Rosales? ¿Los que en aquella época insistieron en que Rhoads a nadie había asesinado, sino que había salvado muchas vidas? ¿Aquellos que sientieron y reprimieron el deseo de lincharlo? ¿Las víctimas y sus familiares? Le faltó al guión incluir entre las víctimas de la radiación a un prócer oriundo de Rosales.
Una falla del guión es que anuncia al inicio toda la trama al mencionar de entrada a la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer, una entidad privada estadounidense de la cual hasta los legisladores más incompetentes del País tuvieron algo que decir en época reciente precisamente en relación con el doctor Rhoads.
Quizás lo mejor de este drama de ficción extraído de la realidad es que no traspasa el lindero que lo separan de la historia tal cual la han revelado las fuentes documentales.
Creo que convendría enterarse de algunos pormenores pertinentes al caso Rhoads, ya sea antes de ver la película o después.